El gran aspirante sultán.
Aladino quería una torre que rebasara el cielo, y se elevara encima y siguiera elevándose para siempre. Dios al toparse con este intruso sultán, le pregunta que que hacía allí, y Aladino le contestó:
- Descuide, nomás estoy de paso, yo construiré mi propio reino que sobrepasará el suyo, Dios, con una actitud de indignación lo aplastó, como si fuese una hormiga y lo hundió por los siglos de los siglos Amén. El muy desdichado, hasta el sol de hoy, se mantiene postrado ante los pies de El Señor pidiendo clemencia y compasión por el mal que había cometido.
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