Los árboles del orgullo.
Al fin, el tentador lo cubrió con los pájaros del orgullo, con la pompa estelar de los pavos reales. El espíritu del árbol venció al espíritu de la bestia, y dejó libre a todos aquellos pájaros azules como lo establecía el ermitaño Securis. Cuando el árbol regresó a la tribu se percató de que había algo fuera de lugar y era que todos los árboles, ahora del orgullo, tenían plumas, estrelladas y azules, excepto él, que no había caído en las tentaciones de la bestia.
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